La evolución marca el ritmo de la vida y las casas tampoco pueden escapar a ella. De la cueva con fuego, para calentar e iluminar, a las antorchas, las velas, el candil y por último: la electricidad.
La electricidad nos ha permitido
elevar el nivel de confort en nuestras casas y ha dado paso a la entrada de los
electrodomésticos: lavadora, frigorífico, lavavajillas, horno, placas
vitrocerámicas,… máquinas capaces de realizar tareas cotidianas de forma casi
autónoma (aun queda por solucionar la carga y descarga de las mismas), elevando
nuestro nivel de confort a cotas en otro tiempo inimaginables.
Estas máquinas no existirían sin el
desarrollo de una nueva evolución: la electrónica, permitiendo realizar
programaciones (rutinas), que regulan cada proceso (lavado en frio, grabación
de un video,…).
La siguiente evolución que ha llegado es la: Domótica, que se encarga de la integración y regulación de ambos sistemas (eléctricos y electrónicos), de tal manera que “la casa” es capaz de “sentir” (detectar la presencia de personas, la temperatura, el nivel de luz,…) y reaccionar por sí sola, a estos estímulos (regulando el clima, la iluminación, conectando la alarma,…), al mismo tiempo que es capaz de comunicarse e interactuar con nosotros (telecontrol) por multitud de medios (pantalla táctil, PC, móvil,...), llegando a elevadas cotas de confort, seguridad y sobretodo: ahorro energético.
La Historia de la domótica comprende
una serie de etapas, desde los primeros protocolos orientados al "control
remoto", hasta los grandes protocolos capaces de realizar "funciones
lógicas complejas", para satisfacer las más exigentes programaciones de
regulación y preparados para la verdadera Revolución Domótica: La autoregulación
El sector de la domótica ha
evolucionado considerablemente en los últimos años, y en la actualidad ofrece una
oferta más consolidada.
Hoy en día, la domótica aporta soluciones
dirigidas a todo tipo de viviendas, incluidas las construcciones de vivienda
oficial protegida. Además, se ofrecen más funcionalidades por menos dinero, más
variedad de producto, y gracias a la evolución tecnológica, son más fáciles de
usar y de instalar. En definitiva, la oferta es mejor y de mayor calidad, y su
utilización es ahora más intuitiva y perfectamente manejable por cualquier
usuario. Paralelamente, los instaladores de domótica han incrementado su nivel
de formación y los modelos de implantación se han perfeccionado. Asimismo, los
servicios posventa garantizan el perfecto mantenimiento de todos los sistemas.
En definitiva, la domótica de hoy contribuye a aumentar la calidad de vida,
hace más versátil la distribución de la casa, cambia las condiciones
ambientales creando diferentes escenas predefinidas, y consigue que la vivienda
sea más funcional al permitir desarrollar facetas domésticas, profesionales, y
de ocio bajo un mismo techo.